Érase una vez un equipo de fútbol que iba por los campos de España y de Europa con la cabeza bien alta. Ganando unos partidos, perdiendo otros, pero siempre con orgullo y jugando al fútbol. Un equipo que le daba miedo a los grandes, que le sacó los colores al Madrid, al Barcelona... a todos. Una entidad presidida por un hombre que amaba al fútbol y que sobretodo amaba al Real Zaragoza y a todo lo que representaba.
Pero un 11 de noviembre de 1996, ese gran hombre, Alfonso Soláns Serrano, moría siendo el presidente más querido del zaragocismo y a la vez que se apagaba su vida se apagaba el sueño del Real Zaragoza.
Desde ese fatídico día el Zaragoza ha ido a menos, tanto en lo deportivo como en lo económico. Sí, desde entonces se han ganado tres títulos: Copa del Rey en 2001 y 2004 y Supercopa de España en 2004. Pero se ha bajado dos veces a Segunda y si bien se subió a la temporada siguiente, los descensos han dejado huella sobretodo en el apartado económico.
Actualmente el Real Zaragoza es un equipo totalmente destrozado anímicamente, deportivamente, económicamente, que recibe goleadas en todos los campos que visita, que no puede sacar un punto en la Romareda y que es la vergüenza para todos sus aficionados. Es un situación que no tiene fácil solución, que quizás no la tenga, que quizás termine con el equipo en Segunda División o peor, con el equipo desapareciendo.
No es mi cometido entrar a valorar la gestión de los dirigente a los largo de estos años, ni la de los entrenadores. Ni siquiera tengo ganas de debatir acerca de las soluciones que nos podrían librar del pozo de Segunda.
Simplemente he querido recordar a todos quienes leáis esto que el Zaragoza, nuestro Real Zaragoza, fue una vez un equipo que jugaba al FÚTBOL, con mayúsculas, que le metió goleadas a aquél Barcelona de Cruyff llamado "Dream Team", que nos hacía sentir orgullosos de ser zaragocistas. Que incluso nos permitió soñar con ganar una liga, con jugar la Champions.
He querido recordar que una vez fuimos el REAL ZARAGOZA.
Pero ahora ya no lo somos y el sueño de aquél gran hombre se está tornando en pesadilla. Sólo espero que despertemos a tiempo.
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