Nuevamente, como casi todos los años, a finales de enero y principios de febrero el Ebro ha bajado crecido y anegando campos y terrenos a lo largo de su cauce. Bueno, este año incluso más pues ha llegado a inundar algún pueblo. El caso es que estas crecidas no son ni con mucho extraordinarias y no deberían causar tantos problemas, pero como el cauce no se limpia ni se draga, el río tiene que ir por algún lado y si no puede por profundidad, se desborda.
En Zaragoza no han habido problemas importantes, como es normal claro, excepto algún camino de la ribera cortado o algún garaje con un palmo de agua.
Y yo, como es tradición, salí a hacer fotos. Aquí hay unas cuantas. Para ver las demás entráis en mi Flickr.
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