domingo, 15 de mayo de 2016

Harto de hermanamientos y de tonterías

Ya vale. Ya vale de hermanamientos, de derbis amistosos y de chorradas. Ya vale de ir por ahí haciendo de Quijotes para que cualquier posadero de habas nos de para el pelo y ni el bálsamo de Fierabrás sirva para recuperarnos del disgusto.

Ayer en Soria, en el estadio de Los Pajaritos, el Real Zaragoza tenía una oportunidad de oro para situarse en ascenso directo. Pues un equipucho que no se jugaba nada (sí, el Numancia es un equipucho) muy muy ayudado por un delincuente con uniforme arbitral y un pito que cada vez que sonaba mataba un poco más las aspiraciones zaragocistas se encargaron de que no fuera así.

Porque lo del árbitro fue de juzgado de guardia. Primero se inventa una falta en la frontal del área para que Julio Álvarez, un especialista en estos lanzamientos, lo tuviera todo a placer para marcar. y marcó, no sin la ayuda de la diosa Fortuna que hizo que el balón rebotara hasta en dos zaragocistas (casualmente en Ángel y Lanzarote, autores de los goles maños que en ese momento mandaban en el marcador) para despistar a Manu Herrera y anotar el 1 - 2. Ah, y amarilla para Dorca. No contento con eso, el delincuente disfrazado de árbitro sacó una amarilla a Dorca por cortar una jugada con la mano. Según vemos en el acta, una nueva oda a la mentira digna de aparecer publicada en Okdiario firmada por el mismísimo Inda, Dorca cortó el balón con intención de que el rival no lo jugara. Nada más lejos de la realidad pues fue totalmente involuntaria. Pero como queda a la interpretación del árbitro y ya  todos sabemos lo que interpreta este sinvergüenza, Dorca expulsado.

En la segunda parte más de lo mismo. López Amaya, el mismo árbitro que en la temporada pasada nos robó un partido en casa contra el Tenerife pitando dos penaltis a los isleños para acabar 2 - 3 se encargó de que el Numancia repartiera palos a placer y de no expulsar a ninguno de sus jugadores que, sabedores de contar con carta blanca, se ensañaron bien. y´al final incluso expulsó a Lluis Carreras, que ya veremos cuántos partidos le caen nuevamente gracias al acta arbitral. Y hasta aquí la actuación del trencilla. Deleznable, delictiva, criminal, pero nada extraña para nosotros acostumbrados como estamos a este tipo de robos.

Mi protesta principal, en esta ocasión, es sobre lo que he dicho al principio. Que ya vale de hermanamientos, de aficiones amigas y de gilipolleces. Gilipolleces, sí, así de claro. Porque se queda cara de gilipollas cuando en el campo del rival hermano hay más afición tuya que suya y ellos, hermanos como son, celebran cada gol suyo que te corta las aspiraciones de subir directamente como si estuvieran jugando la final de la Champions. Porque se te queda cara de gilipollas cuando equipos hermanos como dicen que son el Numancia o el Huesca (me río yo sobre todo de estos últimos, tan amigos de Osasuna) luchan contra el tuyo como no luchan contra ningún otro. No veréis más ganas de ganar en Numancia y Huesca que cuando juegan con el Real Zaragoza. Solo contra nosotros se desfondan, dan hasta el último aliento por ganarnos. Sabiendo además que ayer el Numancia no se jugaba nada, que tiene su temporada hecho, y nosotros nos lo jugamos todo. ¿Quiero decir que tenían que dejarse ganar? Hombre pues no, pero al menos que no jueguen como si estuvieras en una final de Champions. Que jueguen como lo hacen contra otros rivales, nada más

Por eso digo que vamos a dejarnos de hermanamientos, de fiestecitas y de mamarrachadas y vamos a tratar a los demás como lo que son: rivales. Y al enemigo, ni agua.

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